Cada 31 de agosto se celebra el Día Internacional de la Solidaridad, fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas en homenaje a Lech Walesa, líder sindical polaco y premio Nobel de la Paz, quien en 1980 impulsó el movimiento “Solidaridad”. Este hecho trascendió la historia política y social de Polonia para convertirse en un símbolo universal de apoyo mutuo entre los pueblos.

La solidaridad se entiende como la disposición a acompañar y ayudar a otros, asumiendo que las dificultades individuales también representan un desafío colectivo. Más que un valor moral, constituye una práctica que fortalece comunidades, fomenta la confianza y promueve la justicia social.

En el ámbito de la discapacidad, la solidaridad cobra un significado especial: implica derribar barreras físicas y sociales, garantizar la accesibilidad en la educación, la salud, el trabajo y la vida cultural, y reconocer la dignidad de cada persona. Ser solidarios supone comprender que la verdadera inclusión no depende solo de normas o programas, sino del compromiso diario de la sociedad en abrir espacios y oportunidades.

En Santo Tomé y en la región, la solidaridad es fundamental para construir una comunidad más inclusiva, en la que las personas con discapacidad puedan ejercer plenamente sus derechos. En este 31 de agosto, el llamado es a transformar la solidaridad en acciones concretas, superando prejuicios y avanzando hacia una sociedad accesible para todos y todas.